domingo, 1 de octubre de 2023

Hojas de otoño.


 Veranillo de san Miguel para empezar bien cocidos octubre ahora que ya no cuidamos las piscinas y se van poniendo de un verde fúngico y melancólico, justo cuando recogimos las tumbonas y sacábamos las colchas, los edredones, las batas y los braseros. Soñé con castañas asadas en la chimenea y vuelvo a poner el aire acondicionado a lo que dé de sí, a toda mecha. Calorazo que nos pilla a contrapié, abrigándonos. Dicen que el membrillo está listo para su recolección por estas fechas y en breve comenzará la temporada de la seta. Liebres, jabalíes, becadas, perdices: ya van con los nervios a flor de piel. Llegará el frío necesario para que maduren los limones y podamos contemplar con gusto bodegones otoñales llenos de nueces, quesos, calabazas y bayas rojas sobre un manto de hojarasca caída. Liquidámbar, ginkos, arce japonés y robles del país. Salen de los lienzos de tan reales, entran en los lienzos de tan simbólicos. No todos estos árboles caducifolios se desprenden de sus joyas dejándolas a mis pies en este instante, no todavía, pero como alguna vez pasó, en distintas geografías, nunca al mismo tiempo, claro, no podía ser tan fácil la belleza, cada uno de ellos, decía, al desnudar sus ramas sobre los caminos que yo frecuentaba, me regaló en su debido momento un poema ocre, un consejo de rojos encendidos, un respiro marrón tabaco, verdes guiños, amarillos sagrados, naranjas agridulces. Recuerdo y salivo. Y al fondo siempre lo gris y un tímido claro en el cielo que ignoraba. Mi mente, jefa de pista, dramaturga, maestra de ceremonias, las reúne en un mismo escenario y a la misma hora, miente tan sutilmente, reorganiza, sofisticada, trabaja tan a mi favor, que crucé el pasillo oscuro cuando la madrugada, fui a la cocina sin encender las luces a por un vaso de agua fresca y a cada paso, entre la nevera y los fogones, las hojas crujían bajo mis pies desnudos alejando miedo y alimañas, daños, amenazas, sospechas… y sigo el camino de las hojas que caen desde todos mis otoños, de nuevo en el pasillo, mi camino, ninguno claro, me adentro en un mundo que tampoco, no es el mío, giro, giro, todo es espesura, maleza, me pierdo, me encuentro, es muy tarde y no hay retorno.

Imagen: Hondarribia, otoño.

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