sábado, 9 de diciembre de 2023

Tania y las Matrioshkas.

 


Tania vuela a Rusia para resolver unos asuntos familiares ineludibles. Le pedimos que tenga cuidado, bromeamos para destensar un poco los nervios, te tratarán como a una espía, los del FSB. Sometida a interrogatorios extenuantes nuestra Mata Hari ucraniana y sexagenaria será enviada a la prisión de Butyrka o a la Siberia más gélida en un pasaje arduo y lento como las cadenas de un tanque sobre la tundra, nuestra inocente Tania atrapada, y además sin retorno posible. Fabulaciones. Risas para ahuyentar el miedo, recurso muy humano, abrazos y besos, cariño sincero en la despedida. No sabe cuándo estará de regreso. Le digo que si puede nos traiga unas matrioshkas, símbolo de maternidad, fertilidad y unión familiar. Pienso en pedirle también un gorro de trampero ruso pero me contengo a duras penas.

Mientras Tania va rumbo a Moscú, acuden hacia mí, en esta tarde ociosa de chimenea y relajo, viejas historias eslavas al galope como una caballería cosaca cruzando la estepa hacia el pillaje en aldeas débiles y remotas. Incendios azotando las sombras. Me sacude la muerte de Pushkin en un duelo de honor y poco después la de Lérmontov en las mismas circunstancias. Isaac Bábel fusilado por orden de Stalin, tras el fallecimiento de su protector, el intocable Maksim Gorki. Osip Mandelstam y tantos otros, asesinados, cuánto talento destruido. Eran tiempos de violencias rápidas, explícitas, descubiertas, de un salvajismo que no era preciso ocultar. Hoy tal vez ignoramos, felices o un poco estúpidos, que en el mundo actual tenemos una trama de violencia parecida, intuimos alguna similitud que nos parece más lenta, menos brutal, reptiliana, encubierta, cobarde y diplomática, refinada y cargada de sofisticación, siempre lejana, a nosotros no puede pasarnos, hasta que se nos cae encima con todo el equipo, aplastándonos, una violencia idéntica a todas, y ahora, además, también se asesina en vida, por si fuera poco, sin derramar una gota de sangre, con mayor ensañamiento y crueldad si cabe. Un asco superlativo sin salida aparente. Soñaremos con algo mejor, pero otro día.


Sombras de otros tiempos desfilan por la mesa entre tazas de café y copas variadas. La lucha despiadada del viejo mundo de los zares y el nuevo mundo proletario, lo pronto que las ideas se pudren como manzanas cuando son tocadas por la mano del hombre, anarquistas insurgentes, como Néstor Majnó, ganándose a pulso la persecución, el exilio y la muerte por tuberculosis junto al Sena, bolcheviques contra mencheviques, todo bien mezclado, los tiempos y los espacios, Iliá Ehrenburg hablando en sus memorias de pogromos salvajes, de una antigua Zona de Asentamiento creada por Catalina la Grande, a petición de los celosos comerciantes moscovitas que no querían competencia, en donde los judíos tenían permitido residir, se ordenó la prohibición de la enseñanza del idioma ruso en sus escuelas y además la injusticia de los numerus clausus que tenían que soportar en las universidades. El odio tan actual que siempre se repite. Las montañas se doblan ante tamaña pena y el gigantesco río queda inerte, que decía la Ajmátova.


También aparecen en el salón los 304 años de reinado de la dinastía Románov que terminan con Nicolás II y su familia fusilados por los bolcheviques en Ekaterimburgo, sus cuerpos, mutilados, empapados en ácido y quemados, son escondidos en dos fosas que se descubren en 1991 y en 2007. La sangre del duque de Edimburgo, sobrino nieto de la zarina Alejandra, fue necesaria para, mediante análisis de ADN, llegar a la conclusión de que ningún miembro de la familia había sobrevivido. Las leyendas y especulaciones sobre una posible huida de Anastasia se desvanecieron en el río revuelto de la historia junto a la falsa palabra de todas aquellas mujeres que alguna vez juraron ser ella buscando notoriedad y fortuna.


He pasado horas de fiebre y obsesiones, agitado, sin moverme de la silla, creando túneles y comunicaciones entre libros y personajes, épocas decisivas, en un período tan cruel, convulso y sanguinario como el presente que nos ha tocado vivir. La historia es cíclica y a veces calcada hasta el terror como dos gotas de cianuro. Así me he entretenido hoy, acariciando un gato de Angora que me muerde. Tania no habrá llegado todavía al Óblast de Kursk, hace frío y es de noche, communication breakdown, solo quedan cenizas y pavesas en la chimenea, voy a encender con ellas un nuevo fuego que me lleve a Lublin junto a Isaac Bashevis Singer tras los pasos de un mago singular o con Claudio Ferrufino hacia el oriente, a Tashkent, en busca de sangre fresca sobre la nieve. Sangre de fantasmas.


Imagen: Matrioshkas.


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